La capital de Auvernia es gris. Y no es ninguna metáfora. La naturaleza volcánica de sus alrededores es la que le ha dado su tonalidad. La piedra volvic cubre muchas de sus fachadas, incluída la de su catedral. Habrá quien relacione el color de Clermont-Ferrand con otra de sus insignias, Michelin. Aquí nació la empresa del señor neumatizado y ha sido el negro caucho el que tradicionalmente ha dado empleo a un amplísimo número de sus ciudadanos. Pero no todo es piedra volcánica. Una de sus joyas, la basílica de Notre-dame-del Port es rosácea debido a la arcosa. Situada en pleno Camino de Santiago, este templo románico fue incluido por la UNESCO en su listado de Patrimonio de la Humanidad y en su interior habrá que mantener el ojo atento para no dejar pasar los capiteles que rodean el altar, tremendamente expresivos. En la cripta, guardan una pequeña virgen negra muy venerada.
En Clermont-Ferrand hay que pasear por la Rue du Port -que nadie se espere ningún puerto al final de la antigua via comercial de la ciudad-, tomarse un café con vistas a la catedral y pasarse por el Mercado de San Pedro, donde comprar alguno de los cinco quesos con D.O. de Auvernia. Desde Clermont-Ferrand hay excursiones de interés, como los pueblos de Montpeyroux y Lavaudieu, ambos galardonados con la distinción de "los pueblos más bellos de Francia". Y Brioude, donde se puede parar a almorzar en La cave gourmande para después darse una vuelta por su centro histórico, con parada incluída en la basílica románica de Saint-Julien, cuyas vidrieras llevan la firma de un pintor coreano.
Apunte: Para llegar a Auvernia desde España, se puede volar con Easyjet al aeropuerto de Lyon, situado a 200 kilómetros de Clermont-Ferrand. La compañía aérea ofrece vuelos diarios desde Madrid con salida a las 13:35 horas y a las 11:05 para su vuelo de vuelta. Precio del billete: desde 22,99 euros por trayecto (tasas incluidas).